Ya hemos comenzado esta estación tan bonita para muchos, sobre todo para los jóvenes, y tan larga y pesada para otros. Lo que está claro, es que en esta época del año, tomamos mucho más el sol, entre otras cosas por la cantidad de horas de luz diarias y, por tanto, la exposición mayor de nuestra piel a los rayos solares.
Los riesgos de no cuidar la piel van mucho más allá de padecer un melanoma o cáncer de piel. En verano, el calor produce más sudoración, lo que conlleva la proliferación de bacterias debido a la humedad, y con ello, la posible aparición de infecciones de piel y las dermatitis.
Pero también la mayor exposición a los rayos del sol hace que la piel envejezca más rápido, perdiendo su elasticidad y acelerando la aparición de las indeseables arrugas. Si a ello sumamos la pérdida de humedad a consecuencia del calor, la factura que vamos a pagar por no cuidar especialmente la piel en verano, va a ser muy alta.
Los días calurosos de verano, deben de llevar asociada una ducha diaria, pero también duchas después de cada baño en la piscina o en el mar, así como después de las actividades que supongan un aumento significativo de la transpiración de la piel. Con ello reduciremos la posibilidad de padecer, como hemos dicho anteriormente, dermatitis e infecciones cutáneas.
La hidratación es más que importante en los meses de verano. Beber agua nos hidrata por dentro, pero también por fuera. Además, cuando hablamos de hidratación, no sólo hacemos referencia a la ingesta de líquido, también debemos ayudar a la piel aplicando cremas hidratantes después de cada ducha, o antes de irnos a dormir, por ejemplo.
El uso de ropas frescas en verano es muy recomendable, ya que favorece la transpiración y reduce la sensación térmica. Es conveniente usar fibras naturales, ropa ancha y colores claros; todo ello permite la circulación del aire en su interior y repele la radiación solar. Debe evitarse en verano el uso de zapatos y zapatillas cerradas, que no sean de piel, y es mucho más adecuado usar calzado fresco que permita la transpiración natural de los pies.
¿Qué hay sobre tomar el sol? Pues que tomar el sol en su justa medida, ya sabemos que es muy saludable, pero hay que hacerlo con precaución, evitando las horas centrales del día cuando los rayos solares alcanzan la mayor radiación ultravioleta. No debemos tomar el sol por más de 30 minutos al día, y lo haremos con la protección solar adecuada. Tras la exposición al sol, debemos hidratar la piel mediante cremas que devuelvan el equilibrio natural a la misma.
Las cremas solares se aplicarán antes de cada baño de sol porque nos protege de sufrir quemaduras de piel. Gradualmente podemos ir usando cremas con menor protección solar, de forma que el tono moreno de la piel se vaya adquiriendo poco a poco. Ello evitará la formación a medio y largo plazo de los tan temidos melanomas.
En cuanto a la alimentación, hay que añadir, que una buena alimentación basada, especialmente en esta época del año, en frutas y verduras, aportan la hidratación adecuada a nuestro organismo, por lo tanto, también a nuestra piel.
Queremos hacer una mención especial a los niños y jóvenes, en lo que respecta al cuidado de la piel en verano. Y es que la radiación ultravioleta que nuestra piel va recibiendo se va acumulando con el paso de los años. Está demostrado que durante la infancia y la adolescencia recibimos más de la mitad de la radiación ultravioleta que vamos a recibir durante toda la vida, por lo que es especialmente importante cumplir con los cuidados necesarios para que la piel de las personas en estos tramos de edad no se dañe prematuramente. La protección solar y la hidratación continuada debe ser primordial para ellos.