Seguramente a lo largo de nuestra vida todos acabemos sufriendo quemaduras de mayor o menor gravedad. Sin duda, son un problema de salud pública a nivel mundial, que según los últimos datos publicados por la OMS, causan la nada desestimable cifra de 180.000 muertes al año en el mundo.
Sin embargo, la mayoría de las quemaduras que se producen, son leves o muy leves. En cualquier caso, es interesante conocer sobre éstas y cómo tratarlas, sobre todo de cara a los primeros auxilios.
Primero diferenciaremos los tipos de quemaduras según la fuente que las provoca.
- Quemaduras solares: son las producidas por un exceso de exposición a la luz directa del sol. Se reconocen por un enrojecimiento de la piel y picor y escozor de la zona quemada. La piel se calienta y a veces pueden producirse ampollas. Unos días después, suele producirse la caída de la piel quemada.
- Quemaduras por contacto con líquidos a altas temperaturas: los líquidos se extienden con gran facilidad y rapidez a las capas más profundas de la piel. En el caso de líquidos de naturaleza grasa, las quemaduras suelen más graves, puesto que se adhieren más a la piel.
- Quemaduras por vapores y gases: la combustión y ebullición de distintas sustancias pueden provocarnos quemaduras en la piel, en la nariz, en la garganta, incluso en otras zonas de las vías respiratorias.
- Quemaduras por electricidad: tanto por contacto directo, como por fogonazo. Las primeras son más graves que las segundas, pues afectan a zonas más internas del organismo, no sólo a la piel, destruyendo los tejidos, e incluso afectando al corazón.
- Quemaduras por sustancias químicas: los productos alcalinos, ácidos y cáusticos pueden producir quemaduras al contacto con la piel. Muchos de estos componentes se encuentran en los productos de limpieza, por lo que es importante extremar la atención al usarlos.
- Quemaduras por fuego: Son las más habituales, junto con las causadas por líquidos calientes. Las ampollas suelen salir rápidamente y pueden dejar marcas en la piel de por vida.
Las quemaduras, según su gravedad, se clasifican en superficiales o de primer grado, de espesor parcial o segundo grado, y de tercer grado. Estas últimas son las más graves y pueden afectar a tejidos más profundos como los músculos, los huesos o los nervios.
Cuando veamos que las quemaduras son graves o éstas se presentan en la cara, manos, pies o genitales, debemos buscar atención médica inmediata para que el personal sanitario las trate. Pero, además, vamos a dar unas pautas de primeros auxilios, para la atención inicial de una persona con quemaduras leves.
- Enfría la quemadura: Para quemaduras menores, como las de primer grado, enjuaga la quemadura con agua fría durante al menos 5 minutos para reducir el calor en la piel y aliviar el dolor. No uses hielo, ya que puede empeorar la lesión.
- No rompas las ampollas: Si la quemadura tiene ampollas (quemaduras de segundo grado), no las revientes. Las ampollas actúan como una barrera protectora contra infecciones.
- Protege la quemadura: Una vez que la quemadura haya sido enfriada, cúbrela con un vendaje limpio y seco para protegerla de la fricción y de posibles infecciones. No uses algodón directamente sobre la quemadura, ya que puede desprenderse y empeorar la lesión.
- No apliques remedios caseros: Evita aplicar mantequilla, aceite, pasta de dientes u otros remedios caseros en la quemadura, ya que pueden empeorar la lesión y aumentar el riesgo de infección.
Recuerda que, aunque los primeros auxilios son importantes, es crucial buscar atención médica si la quemadura es grave o si tienes dudas sobre cómo tratarla adecuadamente. Siempre es mejor prevenir las quemaduras evitando situaciones de riesgo y tomando precauciones, como el uso de guantes para manipular objetos calientes y protector solar para evitar quemaduras solares.