La glucosa, es el resultado de la transformación de los azúcares en nuestro organismo, para poderlos sintetizar y utilizarlos como energía que promuevan el correcto funcionamiento de nuestras células. Cuando digerimos los alimentos a lo largo del día, se van produciendo los distintos niveles en sangre de dicha glucosa, y dichos niveles, oscilan entre 70 y 145 mg por decilitro de sangre.
Por otro lado, la insulina, que es una hormona fabricada por el páncreas, es la encargada de regular la cantidad de glucosa en la sangre y transportar dicha glucosa a las células, para que pueda ser asimilada.
Cuando la producción de insulina es deficitaria, provoca en nuestro organismo anomalías en la regulación de la glucosa en el torrente sanguíneo. Entonces se produce lo que conocemos como diabetes.
Fundamentalmente, hablamos de tres tipos de diabetes:
Diabetes tipo 1: Es un tipo de diabetes que suele darse en niños y jóvenes. No es una forma de diabetes que se pueda prevenir, y se suele identificar por señales como la necesidad de orinar con mucha frecuencia o de beber mucho, un cansancio generalizado y pérdida de peso (que suele ser contraria a la cantidad de alimentos ingerida).
Suele explicarse como una forma de enfermedad autoinmune en la que el páncreas deja de fabricar insulina al destruir los anticuerpos las células pancreáticas que fabrican esta hormona.
En el momento que la diabetes tipo 1 se diagnostica, se implantará un tratamiento de por vida, en el que el paciente tendrá que inyectarse insulina a diario y llevar un control, también diario, de la concentración de glucosa en sangre.
Diabetes tipo 2: Es la más frecuente y supone casi el 90% de los casos. En este caso, nuestro páncreas no fabrica suficiente insulina y las células consumen menos azúcar porque, a su vez, no responden a la insulina de la forma adecuada.
En este tipo de diabetes, no es necesario el aporte diario de insulina de forma artificial, pero si no se trata con la importancia que requiere, puede ser que acabe siendo una enfermedad aún más peligrosa.
La diabetes tipo 2 suele aparecer con mayor frecuencia entre personas a partir de los cuarenta años, y está relacionada con el sobrepeso, la mala alimentación o el sedentarismo. Los síntomas son muy similares a los que causa la diabetes tipo 1.
Diabetes gestacional: Durante el embarazo, algunas mujeres pueden desarrollar este tipo de diabetes. Ello puede deberse a la alteración hormonal propia de este estado transitorio. Suele desaparecer después de finalizado el embarazo, aunque necesitará tratamiento durante el período gestacional.
Una alimentación saludable y hacer ejercicio físico será normalmente suficiente para controlar la diabetes gestacional. Si bien, en algunos casos, puede hacerse necesaria la insulina inyectada.
Prevención y/o tratamiento de la diabetes tipo 2
El ejercicio físico moderado y una dieta equilibrada son los mayores aliados para prevenir la aparición de este tipo.
Si finalmente la diabetes 2 ha aparecido en nuestro cuerpo, además de una dieta saludable y hacer ejercicio, existen medicamentos que reducen la cantidad de glucosa en sangre. La medición diaria de la glucosa se hace imprescindible para evitar hipoglucemias y los problemas derivados de ella.
También es importante evitar el tabaco, mantener hábitos de regulación del sueño, y tener controles médicos periódicos.