Todos tenemos ese recuerdo de nuestra infancia de las madres preparándonos un buen zumo de naranja y diciéndonos aquello de “bébetelo pronto que no se estropeen las vitaminas”, sobre todo si estábamos con alguna gripe o catarro. Y parecía que ese jugo hacía milagros y nos reconfortaba y nos mejoraba. A nuestro corto entender el zumo de naranja era “un licor sabroso y mágico que nos ponía buenos”, y mucho de verdad había en esa idea.
La vitamina C (o ácido ascórbico) es una de las vitaminas esenciales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, y no la fabricamos, sino que tenemos que tomarla de los alimentos, mayormente presente en frutas y verduras. Nuestro cuerpo desde la adolescencia necesita diariamente entre 65 y 90 mg de vitamina C, que podemos obtener de alimentos cítricos, como naranjas, mandarinas, pomelos, también de la fresa, del mango, del kiwi, de la piña o del melón. El tomate puede aportarnos hasta el 40% de las necesidades diarias de vitamina C; pero también otras verduras frescas son ricas en esta vitamina, como los pimientos, las espinacas, la coliflor o el brócoli. Cocinar las verduras reduce el contenido en vitamina C, lo que hay que tener en cuenta al consumirlas.
¿Qué milagros hace la vitamina C en nuestro cuerpo?
- Es un antioxidante que protege las células contra los efectos de los radicales libres, que son las moléculas que se producen cuando el cuerpo descompone los alimentos o se expone al humo del tabaco, la radiación solar o los rayos X, entre otros.
- Es esencial para la fabricación de colágeno, pues interviene en cada paso de su síntesis. El colágeno es una proteína llena de aminoácidos que son realmente importantes para que nuestro cuerpo funcione con normalidad. Los niveles correctos de colágeno mantienen nuestras articulaciones saludables, protegen nuestros riñones, aseguran que nuestro sistema cardiovascular funcione como debería y ayuda a que la sangre se coagule.
- Mejora las heridas causadas por quemaduras. Su función antioxidante, entre otros factores, juega un papel crucial en la restauración del tejido cutáneo lesionado.
- Nuestro organismo la usa para formar diferentes tejidos: músculos, cartílagos y vasos sanguíneos.
- Ayuda al correcto funcionamiento del sistema inmunitario. La vitamina C puede estimular la funciónde los neutrófilos, un tipo de glóbulos blancos que reparan los tejidos lesionados y combaten las infecciones. También incrementa la acción del interferón, una molécula que bloquea el acceso de los virus a las células.
- Es el mejor potenciador conocido, puesto que facilita la absorción de hierro a nivel gastrointestinal y permite una mayor movilización del mismo desde los depósitos hasta las distintas partes del cuerpo que lo necesiten.
- Puede mejorar la función vascular en pacientes con diabetes, arteriosclerosis e insuficiencia cardiaca.
- Al estar relacionada con la fabricación del colágeno, la ingesta adecuada de esta vitamina, mejora el dolor relacionado con la artrosis y puede contribuir a prevenir el avance de la osteoartritis.
La falta de vitamina C en nuestro organismo puede ocasionar algunos problemas de salud, relacionándose con enfermedades como la anemia, el sangrado de encías, las dificultades en la cicatrización y la aparición de hematomas. El escorbuto es una enfermedad causada por la falta grave de ingesta de vitamina C, que causa debilidad general, anemia, gingivitis y hemorragias cutáneas.
En cuanto al exceso de ingesta ácido ascórbico, es interesante saber que con una dieta equilibrada no es necesario tomar complementos vitamínicos que incluyan la vitamina C. Además, el exceso en la suplementación podría causar efectos secundarios como acidez estomacal, náuseas, vómitos, dolor abdominal, diarrea, fatiga, somnolencia o dolor de cabeza, entre otros.
Después de conocer todo esto, ahora sí que podemos decir sin temor a equivocarnos “la milagrosa vitamina C”