La gota es una enfermedad común de artritis que puede afectar a cualquier persona, causada por la formación de cristales de sales de ácido úrico. Se caracteriza por ataques repentinos y graves de dolor, hinchazón, enrojecimiento y sensibilidad en una o más articulaciones, normalmente en el dedo gordo del pie. Se debe a la presencia de forma prolongada de un nivel de ácido úrico elevado en la sangre, también llamado “hiperuricemia”, que acaba formando depósitos de cristales. Cuando crecen y podemos verlos o tocarlos bajo la piel se conocen con el nombre de tofos. En otros casos, pueden acumularse en los riñones, provocando un cólico nefrítico o alteraciones de la función renal.
Un ataque de gota puede ocurrir repentinamente, haciendo que nos despertemos en medio de la noche con la sensación de que el roce de la sábana es insoportable y el dedo gordo del pie está ardiendo. Esto puede seguir sucediendo si no se controla y se deja evolucionar la enfermedad, de modo que irá atacando a otras articulaciones (rodillas, tobillos, codos…), incluso a varias de ellas a la vez, con la limitación consiguiente en la calidad de vida del paciente.
Causas de la gota
Los cristales de urato se forman cuando el nivel de ácido úrico en sangre es muy elevado. Nuestro cuerpo produce ácido úrico al descomponer las purinas, sustancias que están en nuestro organismo de forma natural, que aparecen en nuestro cuerpo cuando mueren las células o en otros procesos naturales.
También hay purinas que proceden de ciertos alimentos que consumimos, los cuales son digeridos y las liberan en sangre, donde son degradadas por nuestro organismo hasta convertirse en ácido úrico. De hecho, la alimentación con mucha cantidad de proteína dentro de un patrón de alimentación poco saludable, también puede producir un aumento del ácido úrico en sangre, debido al propio metabolismo de las proteínas, que tienen mucho contenido en nitrógeno y se acaban convirtiendo en urea y ácido úrico. Así mismo, el alcohol impide el correcto procesamiento del ácido úrico en el hígado, lo que provoca una mayor concentración del mismo.
Incluso pueden darse otros procesos por los que aparece el ácido úrico en exceso y es que también ciertos alimentos y hábitos promueven el envejecimiento celular, la muerte de la célula y el incremento de purinas, lo que desemboca en un incremento de ácido úrico.
Es importante señalar que existen también ciertos factores de riesgo a tener en cuenta que aumentan el nivel de ácido úrico en sangre:
- Una alimentación basada en carne roja, mariscos y bebidas edulcoradas, así como el consumo excesivo de alcohol, especialmente la cerveza.
- El sobrepeso.
- Algunas enfermedades como presión arterial alta, diabetes, síndrome metabólico, cardiacas o renales.
- Ciertos medicamentos, como la aspirina o algunos tipos de diuréticos.
- Antecedentes familiares de gota.
- La edad y el sexo: los hombres entre 30 y 50 años son más propensos a desarrollar esta enfermedad, así como las mujeres a partir de la menopausia.
- Sobrecargas psico-físicas, cirugías, traumatismos o recibir una vacuna, entre otros, pueden desencadenar un ataque de gota, ya que pueden ser causa de reducción de la excreción renal.
Prevención y tratamiento
Una vez que nos hayamos inmersos en un ataque de gota, el médico puede recetarnos antiinflamatorios, colchicina o glucocorticoides, reposo de la articulación afectada y aplicación de frío local.
Una vez resuelto el brote agudo de gota, hay que disminuir el ácido úrico en sangre, para evitar su acumulación en las articulaciones. Para ello, habrá que controlar la dieta y el sobrepeso y añadir si fuera necesario, tratamiento farmacológico, normalmente con alopurinol o febuxostat.
En cuanto a la dieta, es importante reducir el consumo de carne roja, vísceras, embutidos, mariscos, pescados azules y en conserva, queso curado, refrescos con fructosa y bebidas alcohólicas (especialmente la cerveza), así como aumentar la ingesta de líquido.
La realización de análisis periódicos también será muy útil para controlar los niveles de ácido úrico en sangre.