… Y llega el día en que una analítica rutinaria muestra el tan indeseado índice de colesterol por encima de 200 mg/dl. Nos saltan todas las alarmas, y pensamos “¿realmente tengo tan mala dieta?”.
Pues hay que decir que no sólo es la dieta la que influye en que tu colesterol esté alto. Es obvio que tomar alimentos con demasiadas grasas saturadas o trans, puede elevar el colesterol, así como tener un índice de masa corporal por encima de 30, pero hay otras causas que también van a favorecer que los niveles de colesterol en sangre estén por encima de lo normal.
Fumar, en concreto las sustancias que quedan en nuestro sistema circulatorio, causan daño en las paredes del mismo, lo que facilita el depósito de grasa a lo largo de arterias, venas y capilares.
El sedentarismo es otra gran causa de un elevado índice de colesterol. La práctica de ejercicio de forma regular (media hora al día caminando a buen paso sería suficiente), nos ayuda a mantenerlo a raya.
La edad es también un factor a tener en cuenta, ya que a medida que envejecemos, el nivel de colesterol aumenta de forma notoria. Es por eso, que a partir de los 40, es muy recomendable hacerse revisiones periódicas en las que se incluya un examen serológico.
La genética influye, al igual que en otras muchas enfermedades, pudiendo ser la hipercolesterolemia familiar o la poligénica, una enfermedad genética hereditaria, que habrá que controlar por el médico.
Por último, las personas diabéticas con niveles de azúcar elevados, presentan aumento del colesterol tipo LDL y disminución del HDL, lo que favorece y aumenta el riesgo de enfermedades arteriales y cardiacas.
Cómo reducir el colesterol
Lo más interesante es modificar el estilo de vida y tomarse en serio que hay que cuidar nuestro corazón. Tal vez no se trate de hacer un plan estricto de comidas, pero sí tener presente qué alimentos debemos eliminar o reducir de nuestra dieta y cuales nos pueden ayudar.
Debemos olvidarnos de los alimentos fritos y los productos horneados (pasteles, masas de hojaldre, pizzas congeladas, galletas…) y optar por grasas más saludables, como las que están presentes en el aceite de oliva, los aguacates, el pescado azul o los frutos secos.
Tomar alimentos ricos en fibra soluble, como las ciruelas pasas, la avena, las lentejas, las manzanas y el resto de frutas en general, ayudan a nuestro organismo a absorber debidamente el colesterol.
Es importante incluir en nuestra rutina diaria ciertos ejercicios aeróbicos, como caminar, practicar natación o ciclismo, o correr, siempre con una intensidad moderada. Si lo hacemos de forma regular, es suficiente con tres a cinco sesiones semanales.
Aprender a relajarse también ayuda a reducir el colesterol. Está comprobado que el estrés y la ansiedad cuando los padecemos por largas temporadas, provocan cambios metabólicos que afectan muy negativamente a nuestra salud cardiovascular, entre ellos, el aumento de esta sustancia. Practicar yoga y poner en práctica ciertas técnicas de relajación, nos ayudarán a relajarnos, a mantener a raya los niveles de colesterol y a reducir la presión arterial y la frecuencia cardiaca.
